Cocaína: cómo afecta a la transmisión neuronal. Síntomas físicos, efectos psicológicos, placenteros y farmacoterapia. - Fernando Beltrán

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Cocaína: cómo afecta a la transmisión neuronal. Síntomas físicos, efectos psicológicos, placenteros y farmacoterapia.

Cocaína: cómo afecta a la transmisión neuronal.

La célula nerviosa (neurona) tiene dos funciones principales, la propagación del potencial de acción (impulso o señal nerviosa) a través del axón (como podemos ver en otra entrada del blog) y su transmisión a otras neuronas o a células efectoras para inducir una respuesta. Las células efectoras incluyen el músculo esquelético y cardíaco y las glándulas exocrinas y endocrinas reguladas por el sistema nervioso.

La conducción de un impulso a través del axón es un fenómeno eléctrico causado por el intercambio de iones Na+ y K+ a lo largo de la membrana. En cambio, la transmisión del impulso de una neurona a otra o a una célula efectora no neuronal depende de la acción de neurotransmisores específicos sobre receptores también específicos.

Podemos decir que un neurotransmisor es una sustancia química liberada selectivamente de una terminación nerviosa por la acción de un potencial de acción, que interacciona con un receptor específico en una estructura adyacente y que, si se recibe en cantidad suficiente, produce una determinada respuesta fisiológica. Para constituir un neurotransmisor, una sustancia química debe estar presente en la terminación nerviosa, ser liberada por un potencial de acción  y, cuando se une al receptor, producir siempre el mismo efecto. Existen muchas moléculas que actúan como neurotransmisores y se conocen al menos 18 mayores: glutamato, aspartato, ácido g-aminobutírico (GABA), serotonina, acetilcolina, dopamina, noradrenalina, b-endorfina, metencefalina, luencefalina, dinorfinas (grupo de siete péptidos) y sustancia P; otros neurotransmisores cuyo papel ha sido establecido menos claramente son la histamina, vasopresina, somatostatina, el péptido intestinal vasoactivo, carnosina, bradicinina, colecistocinina, bombesina, el factor liberador de corticotropina, neurotensina y posiblemente, la adenosina.

En cuanto a los  receptores de los neurotransmisores diremos que son complejos proteicos presentes en la membrana celular. Los receptores acoplados a un segundo mensajero suelen ser monoméricos y tienen tres partes: una extracelular donde se produce la glucosilación, una intramembranosa que forma una especie de bolsillo donde se supone que actúa el neurotransmisor y una parte intracitoplasmática donde se produce la unión de la proteína G o la regulación mediante fosforilación del receptor. Los receptores con canales iónicos son poliméricos. En algunos casos, la activación del receptor induce una modificación de la permeabilidad del canal. En otros, la activación de un segundo mensajero da lugar a un cambio en la conductancia del canal iónico. La mayoría de los neurotransmisores interactúan principalmente con receptores postsinápticos, pero algunos receptores están localizados a nivel presináptico, lo que permite un control estricto de la liberación del neurotransmisor. Los receptores pueden ser colinérgicos, adrenérgicos, dopaminérgicos, de GABA, serotoninérgicos, de glutamato y opiáceos.

Para finalizar esta introducción antes de centrarnos en cómo afecta la cocaína a la transmisión neuronal diremos que existen dos tipos de transportadores de los neurotransmisores  esenciales para la neurotransmisión:

1-El transportador de recaptación, localizado en las neuronas presinápticas y en las células plasmáticas, bombea los neurotransmisores desde el espacio extracelular hacia el interior de la célula; repone el abastecimiento de neurotransmisores, ayuda a concluir su acción y, en el caso del glutamato, mantiene sus niveles por debajo del umbral tóxico. La energía necesaria para este bombeo del neurotransmisor  proviene del ATP.

2-El otro tipo de transportador localizado en la membrana de las vesículas concentra el neurotransmisor en las mismas para su posterior exocitosis. Estos transportadores son activados por el pH citoplasmático y el gradiente de voltaje a través de la membrana vesicular. Los sistemas de segundo mensajero consisten en proteínas G reguladoras y proteínas catalíticas (p. ej., adenilato-ciclasa, fosfolipasa C) que se unen a los receptores y a los efectores. El segundo mensajero puede ser el desencadenante de una reacción en cadena o el blanco de una vía reguladora.

La cocaína (Erythroxylum coca) puede inhalarse (Clorhidrato de cocaína), fumarse (en la forma “freebase” o “crack”) o inyectarse. Cuando se inhala por medio de la nariz, entra en el torrente sanguíneo por la vía de las membranas mucosas y se transmite a través del cuerpo al cerebro donde actúa para producir su característico “clímax”, el “high” que produce la inhalación se demora en presentarse y puede durar de diez a quince minutos.

Cómo se sabe, diferentes partes del cerebro regulan distintas funciones como el movimiento, pensamiento, el juicio, la memoria, y la “gratificación”, o el sentimiento de placer posterior a realizar algo agradable; los científicos opinan que todas las drogas de abuso, como la cocaína, activan la senda de la gratificación cerebral que abarca el área ventral del tegmento (VTA), el núcleo accumbens, y la corteza prefrontal. Las señales viajan a lo largo del circuito de la gratificación (y a través de otras áreas del cerebro) a lo largo de la red de neuronas en forma de impulsos nerviosos, estas neuronas producen ciertas enzimas que están implicadas en la síntesis de la mayoría de los neurotransmisores; estas enzimas actúan sobre determinadas moléculas precursoras captadas por la neurona para formar el correspondiente neurotransmisor. Uno de éstos neurotransmisores involucrado en la experiencia placentera es la dopamina que es el neurotransmisor de algunas fibras nerviosas y periféricas y de muchas neuronas centrales (p.ej., en la sustancia negra, el diencéfalo, el área tegmental ventral y el hipotálamo). El aminoácido tirosina es captado por las neuronas dopaminérgicas y convertido en 3,4-dihidroxifenilalanina (dopa) por medio de la tirosina-hidroxilasa. La dopa se decarboxila hasta dopamina por la acción de la descarboxilasa de l-aminoácidos aromáticos. Tras ser liberada, la dopamina interactúa con los receptores dopaminérgicos y el complejo neurotransmisor-receptor es captado de forma activa por las neuronas presinápticas. La tirosina-hidroxilasa y la MAO regulan las tasas de dopamina en la terminación nerviosa. La dopamina se almacena en la terminación nerviosa dentro de vesículas cuyo contenido (varios millares de moléculas) es cuántico. Un potencial de acción que alcanza la terminación neuronal, puede activar una corriente de calcio y precipitar la liberación de la dopamina desde la vesículas mediante la fusión de la membrana, así las moléculas de dopamina son expulsadas a la hendidura sináptica mediante exocitosis. La dopamina difunde a través de la hendidura sináptica, se une inmediatamente a sus receptores dopaminérgicos (,…) activandolos en milésimas de segundo induciendo una respuesta fisiológica (se altera la permeabilidad de la neurona postsináptica- se abren los canales de Na). Cuando al dopamina bloquea un receptor, varias acciones tienen lugar en esa neurona ciertos iones, salen o entran y se descargan ciertas enzimas o se inhiben (PEP o PIP). El resultado puede ser un nuevo impulso eléctrico que se genera en esa neurona y el “mensaje” continua a las siguientes neuronas.

La interacción dopamina-receprtores dopaminérgicos debe concluir de forma inmediata para que el mismo receptor pueda ser activado repetidamente, para ello la dopamina es captada rápidamente por la terminación presináptica mediante un proceso activo denominado recaptación, por las bombas de captación para que la transmisión nerviosa sea normal; ahora bien, cuando un individuo “esnifa cocaína” y la cocaína entra en el circuito de gratificación cerebral, la cocaína se adhiere a las bombas de captación de la neurona presináptica haciendo que éstas no puedan eliminar la dopamina de la hendidura sináptica, por lo que una mayor cantidad de dopamina se acumula en la sinapsis, produciendo sentimientos de intenso placer.

Así pues, podemos decir que la cocaína, inhibe la recaptación presináptica de la dopamina (también de la noradrenalina y serotonina), prolongando así su actividad; no obstante, la vida media del alcaloide de cocaína es de 19 a 168 minutos, lo que hace una vida media muy corta. Sin embargo los metabolitos pueden durar hasta cinco días en el plasma, detectándose en la orina hasta por siete días luego del último consumo. Una vez en el cuerpo, la cocaína es metabolizada principalmente por las colinesterasas, ya sea la plasmática, hepática o cerebrales. En los humanos los metabolitos resultantes son benzoil-ecgonina y el eter metílico de la ecgonina. Estos metabolitos son productos más hidrosolubles que son excretados en la orina (25-40% ecgonin benzoil, 18-22% ecgonin-metil, 2-3% ecgonin puro).

Cocaína: Síntomas físicos y efectos psicológicos.

El mecanismo de acción de la cocaína implica a las catecolaminas y muy en especial a la dopamina (neurotrasmisor que como hemos dicho anteriormente se asocia con las sensaciones placenteras, provocando un exceso de estimulación). Los científicos opinan que todas las drogas de abuso, como la cocaína, el alcohol, la nicotina, y la heroína, activan la senda de la gratificación cerebral.

Como hemos dicho, el mecanismo de acción de la cocaína aumenta la eficacia sináptica de la dopamina e inhibe su recaptura lo que genera un estado de excitación y aumento de la energía mental y física, desaparece la fatiga y se eleva el estado de ánimo. Además de la dopamina, la cocaína incrementa enormemente los niveles de adrenalina, elevando la presión sanguínea y el ritmo cardiaco. Al contraer los vasos sanguíneos, reduce el aporte de sangre al corazón, mientras que la adrenalina exige mayor actividad; esta contradicción provoca enfermedades cardiacas severas. Asimismo, produce lesiones perforantes en el tejido de soporte de la nariz, rinitis, sangrado nasal, sinusitis y dificultad para respirar. Produce un alto grado de tolerancia y desarrolla una intensa dependencia tanto física como psicológica. Además, presenta un grave síndrome de supresión al dejar el consumo.

La cocaína es un anestésico local y energizante cerebral que produce insomnio y anorexia, aumenta el pulso, la temperatura, la frecuencia cardiaca y respiratoria. Es además un vaso constrictor y dilatador pupilar.

Se presentan múltiples síntomas físicos como ojos vidriosos, tos crónica, taquicardia, dilatación pupilar, pérdida de sueño, irritación y sangrado nasal, elevación de tensión arterial, sudoración o escalofríos, nauseas o vómitos, alucinaciones visuales y táctiles y pérdida del apetito.

En cuanto a los efectos psicológicos, produce sensación de euforia y de extrema seguridad en si mismo además de un estado de alerta intenso, seguido de depresión. Provoca actitudes agresivas y temerarias, así como estados de paranoia, cambios en el estado de ánimo. También los cambios conductuales son numerosos; euforia, agresión, grandiosidad, estado de alerta, agitación psicomotriz, sentimientos paranoicos y deterioro en el proceso de pensamiento.

El consumo de la cocaína se asocia con poder, prestigio y dinero. Se cree que la cocaína aumenta lo potencia sexual y la seguridad en sí mismo, que da mayor claridad mental y que posibilita un mejor rendimiento en las labores escolares y deportivas. Estos siguen siendo mitos. La cocaína produce desinterés sexual y llega a causar impotencia. El consumidor se vuelve altamente inseguro, sobre todo al dejar de usarla, pierde la capacidad de coordinar un pensamiento lógico y coherente; provoca un deterioro paulatino en la capacidad de aprendizaje.

Se han realizado muchos estudios para entender la forma en que la cocaína produce los efectos placenteros y la razón por la que la cocaína es adictiva. Un mecanismo es a través de su efecto sobre las estructuras profundas del cerebro.  Como hemos comentado en esta entrada del blog, los científicos han descubierto que cuando se estimulan ciertas regiones del cerebro se produce una sensación de placer. Uno de los sistemas neurales que es más afectado por la cocaína se origina en una región muy profunda del cerebro que como hemos dicho, se llama el área ventral del tegmento (AVT). Las células nerviosas que se originan en la AVT se extienden a la región del cerebro conocida como «nucleus accumbens», una de las áreas claves del cerebro relacionada con el placer. Por ejemplo, en estudios con animales, todo lo que produce placer, como el agua, la comida, el sexo, y muchas drogas adictivas, aumenta la actividad en el «nucleus accumbens». Los investigadores han descubierto que cuando se está realizando un acto de placer, las neuronas en el AVT aumentan la cantidad de secreción de la dopamina en el «nucleus accumbens». En el proceso normal de comunicación, una neurona segrega dopamina dentro de la sinapsis, donde se liga con proteínas específicas (lo que anteriormente hemos llamado receptores de dopamina) en la neurona adyacente y por lo tanto envía una señal a esa neurona. Las drogas de abuso pueden interferir con este proceso normal de comunicación.

Como hemos comentado, los científicos han descubierto que la cocaína bloquea la eliminación de la dopamina de la sinapsis lo que causa una acumulación de la misma. Esta acumulación de dopamina causa una estimulación continua de las neuronas receptoras, lo que probablemente produce la euforia que reportan los usuarios de la cocaína. El abuso continuo de la cocaína a menudo crea la tolerancia. Esto significa que el cerebro va a necesitar una dosis cada vez mayor y más frecuente para obtener el mismo placer que cuando comenzó el uso de la droga. De acuerdo con estudios recientes, durante períodos de abstinencia del uso de la cocaína, el recuerdo de la euforia asociado con su uso o solamente referencias a la droga, puede causar el deseo incontrolable de usarla y la reincidencia en el uso de la misma aún después de largos períodos de abstinencia.

El uso prolongado de la cocaína, causa que el cerebro se adapte, y llegue a depender de la presencia de cocaína para funcionar normalmente, porque la cantidad  presente de dopamina natural es regularmente más baja que cuando se consume cocaína; entonces el individuo al dejar de consumir la droga posee menores cantidades de dopamina en las sinapsis neuronales por lo que experimenta sensaciones opuestas al placer como depresión, fatiga y decaimiento. Los síntomas directos de este malestar se denominan síndrome de supresión. Incluso mucho tiempo después de que el individuo haya dejado de consumir cocaína, las anormalidades cerebrales pueden persistir, causando sensación de malestar y anhelo de la droga para remediar estos sentimientos.

Cocaína: Tratamientos con farmacoterapia.

En la actualidad no existe ningún medicamento específico para tratar la adicción a la cocaína, se están investigando varios compuestos nuevos para determinar su seguridad y eficacia en el tratamiento a la adicción a la cocaína. Por ejemplo, el bupropión es un antidepresivo bloqueador de la recaptura de dopamina que teóricamente debe poder aliviar el síndrome de abstinencia, otro de los medicamentos más prometedores hasta la fecha, es la selegelina, que ha sido probada en estudios clínicos en distintos lugares de Estados Unidos. Estos estudios clínicos evalúan dos rutas nuevas para la administración de la selegelina (un parche transdermal y una píldora de difusión regulada) para determinar cuál de los tratamientos es el más eficaz. Los estudios clínicos también han demostrado que la disulfiram, un compuesto que ya se ha usado para combatir el alcoholismo, es efectivo para reducir el abuso de la cocaína.

Debido a los cambios emocionales que ocurren al comenzar la abstinencia de la cocaína, las drogas antidepresivas ofrecen ciertos beneficios. Además de los problemas que existen para tratar la adicción, la sobredosis de la cocaína ocasiona muchas muertes todos los años, y se están desarrollando tratamientos médicos para tratar las emergencias ocasionadas por el abuso excesivo de la cocaína.

Se ha encontrado que muchos tratamientos de modificación del comportamiento son eficaces para tratar la adicción a la cocaína. Así, las terapias de comportamiento a menudo son el único medio disponible para tratar muchos de los problemas relacionados con las drogas, incluyendo la adicción a la cocaína, para la que, por el momento, no existe ningún medicamento viable.

Sin embargo, el enfoque más eficaz para tratar la adicción es la integración de los diferentes tipos de tratamientos. Es muy importante compaginar el mejor régimen de tratamiento con las necesidades del paciente.

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